Caio Piza, economista senior del Banco Mundial, participó en el Seminario Internacional organizado por la FEN de la Universidad de Chile, la ABIF y el MIPP, aportando una perspectiva global sobre el tema y ejemplos de los beneficios de la alfabetización financiera.
Cada vez son más los chilenos que tienen acceso a productos financieros. De acuerdo con cifras de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), el 71% de las personas en el país cuentan con al menos un producto financiero, y en promedio, cada persona tiene tres instrumentos de este tipo, destacando cuentas vistas, cuentas corrientes y tarjetas de crédito. Sin embargo, a pesar de los avances en inclusión financiera, impulsados por el trabajo conjunto entre la banca y el Estado, entre otros actores, las personas siguen estando distantes del lenguaje financiero, lo que a menudo resulta en malas decisiones y perjuicios.
Para abordar estos temas, la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, junto con la Asociación de Bancos y el Instituto Milenio de Imperfecciones de Mercado y Políticas Públicas (MIPP), organizaron el Seminario Internacional de Educación Financiera, con la participación destacada del economista senior del Banco Mundial, Caio Piza.
El experto destacó la relevancia de la educación financiera a nivel global y cómo las iniciativas en este campo han tenido un impacto positivo en países como Perú y Brasil. Piza hizo un llamado a seguir fomentando alianzas entre organizaciones estatales y privadas para cerrar las brechas existentes en el ámbito financiero en Chile.
“El alfabetismo financiero no implica ser un experto, pero sí conocer los escenarios y tomar decisiones adecuadas que nos ayuden a no sobre endeudarnos. Es fundamental mantener el enfoque y poner atención en la implementación de programas que capaciten a los docentes, de modo que puedan transferir sus conocimientos a los estudiantes y monitorear los aprendizajes a lo largo del tiempo”, señaló el economista.
De acuerdo con la Encuesta de Medición de Capacidades Financieras 2023 de la CMF y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el puntaje de educación financiera en Chile es de 12,2 superando el umbral de 12 puntos establecido por la OCDE. Sin embargo, este puntaje sigue siendo inferior al promedio de los países miembros de la OCDE, que es de 13. En ese sentido, la alfabetización financiera en el país ha disminuido en comparación con la medición realizada en 2016, cuando Chile alcanzó un puntaje de 13,1.
Matías Bernier, gerente de estudios de la Asociación de Bancos (ABIF), destacó la política de educación financiera promovida por la banca en los últimos años, cuya principal meta es mejorar el conocimiento financiero de diversos grupos vulnerables. En este contexto, se ha desarrollado el programa Mi Barrio Financiero, en colaboración con la FEN de la Universidad de Chile, el cual ha impactado a más de 230.000 personas mediante iniciativas como Manos a la Obra, con 34 mil emprendedores inscritos en 2023 y 2024; el curso para profesores dictado por Saberes Docentes y el curso Educación Financiera para la Ciudadanía, que ha capacitado a más de 30.000 estudiantes de la Universidad de Chile e Inacap.
“Mejores decisiones financieras ayudan a obtener mayor bienestar financiero y mental. Hoy el 27% de los trabajadores en Chile son informales y muchos de ellos son microemprendedores, por lo cual es clave seguir capacitándolos y entregándoles las herramientas necesarias para formalizarse y hacer crecer sus emprendimientos”, aportó Jaime Ruiz-Tagle, académico del Departamento de Economía de la FEN y director ejecutivo de Mi Barrio Financiero.
Por su parte, Bernardita Piedrabuena, comisionada de la CMF, subrayó la importancia de seguir impulsando la educación financiera, abordando temas clave como el ahorro, el crédito, el manejo de ingresos y los gastos. También, hizo un llamado a utilizar canales formales para acceder al crédito, destacando las alertas ciudadanas implementadas por la Comisión para advertir sobre créditos fraudulentos y plataformas de inversión no reguladas.
“Las políticas que se centran únicamente en el conocimiento no parecen ser suficientes para un uso adecuado de los servicios y productos financieros. La alta conectividad es una oportunidad, pero también exige un comportamiento distinto frente a la oferta digital de servicios y un mayor conocimiento financiero digital”, concluyó Piedrabuena.